lunes, 24 de diciembre de 2018

Ortodoxia, fragmento del capítulo "La ética en el país de los elfos", por G. K. Chesterton

Todo el imponente materialismo que domina a las mentes modernas descansa ulteriormente en una presunción; en una presunción falsa. Se supone que está muerta una cosa que constantemente se repite; algo como un engranaje relojero. La gente siente que si el mundo fuera personal variaría; si el sol tuviera vida, bailaría.

Esto es un sofisma, aún si se le relaciona con hechos conocidos. Porque en los asuntos humanos, la variación generalmente la introduce la muerte y no la vida; el decaimiento o el quebranto de la fuerza o el deseo.

Un hombre varía sus movimientos por un leve elemento de fracaso o de fatiga. Se sube a un ómnibus porque está cansado de caminar o camina porque está cansado de estarse quieto. Pero si su vida y su alegría fueran tan gigantescas como para no cansarse nunca de ir a Islington, podría ir a Islington tan regular y continuadamente como el Támesis va a Sheerness. Y la misma velocidad y el éxtasis propios de su vida llegarían a la quietud de la muerte.

El sol se levanta cada mañana; yo no me levanto cada mañana, pero lo que me diferencia de él no es mi actividad sino mi inacción. Y para exponer el punto en una frase popular, podría decir que el sol se levanta regularmente porque nunca se cansa de levantarse. Podría observarse lo que quiero decir, por ejemplo en los niños, cuando descubren un juego o una broma que les proporciona especial alegría. Un niño se golpea rítmicamente los talones, a causa de un desborde y no de una carencia de vida. Porque los niños rebosan vitalidad por ser en espíritu libres y altivos; de ahí que quieran las cosas repetidas y sin cambios. Siempre dicen 'hazlo otra vez'; y el grande vuelve a hacerlo aproximadamente hasta que se siente morir. Porque la gente grande no es suficientemente fuerte para regocijarse en la monotonía. Pero tal vez Dios sea bastante fuerte para regocijarse en ella. Es posible que Dios diga al sol cada mañana: 'hazlo otra vez', y cada noche diga a la luna: 'hazlo otra vez'.

Puede que todas las margaritas sean iguales, no por una necesidad automática; puede que Dios haga separadamente cada margarita y que nunca se haya cansado de hacerlas iguales. Puede que Él tenga el eterno instinto de la infancia; porque pecamos y envejecimos, y nuestro Padre es más joven que nosotros. La repetición en la naturaleza puede no ser un mero recomenzar; puede ser un teatral 'todavía'. El Cielo puede decir 'todavía' al pájaro que puso un huevo.

lunes, 26 de noviembre de 2018

Error Y Vida

Cuando un hombre se equivoca y no se da cuenta, comienza a darse contra las paredes como caminante chumado. Como el alcohólico, hay quien pasa su vida así. A veces uno puede habituarse y acomodarse de tal modo, que cuando ve el error puede sentirse escéptico al respecto. ¿Será realmente un error o hay un engaño en esto? Porque, podría pensarse, más vale error conocido que error por conocer, o peor, imaginarse cargar con la responsabilidad de abdicar a la verdad.

Como quien se acomoda en la esquina de un laberinto y hace ahí su casa, en la sombras de una cueva platónica donde no se ve la luz, menos la verdad, un hombre se hace miserable y vive sólo porque, aunque no se decide a creer en nada después de la muerte, tampoco se decide a lanzarse a ella. Pues, si del error no va a salir, menos va a salir de esta triste vida que conoce.

¿Pero qué es la vida? Al parecer, la diferencia entre las cosas vivas y muertas vendría a ser su animación. El vivo se movería por voluntad propia, mientras el viento no es sino aire al cual le ocurre algo, le empuja una fuerza que no es propia. Mas, si un hombre vive en el error y no es consciente del mismo, ¿no decae, no degenera, no comienza a ponerse morado su rostro por golpearse contra las paredes, y por la vejez? ¿Se mueve por voluntad propia o sólo porque la sangre le pide comida, los pulmones le piden aire y el cuerpo entero le pide agua? ¿Son sus apetitos su motor? Si es así, quizás el hombre no está vivo, sino que es una máquina a la cual le ocurren cosas, tal cual ocurre la lluvia, a fuerza de seguir ciclos, sin voluntad. Y si no tiene voluntad, entonces este hombre no puede hacer nada. Este hombre está muerto, pero como una piedra rueda montaña abajo, este aún no toca el fondo.

¿Es posible despertar a la vida? ¿Es posible adquirir consciencia? ¿Es posible adquirir un alma, hacer movimientos propios, encarnar un espíritu? ¿O tan solo el hombre habita una prisión invisible y se consuela pensando en que él se da contra las paredes al mismo tiempo por libre elección y porque no tiene opción?

miércoles, 17 de octubre de 2018

¿Y ahora qué?, por William Butler Yeats

En la escuela imaginaron sus camaradas preferidos
Que llegaría a ser hombre famoso:
Él también lo pensaba y respetó las reglas,
Sus veinte años de labor repletos:
"¿Y ahora qué?", cantaba el fantasma de Platón. "¿Y ahora qué?"

Todo lo que escribió fue leído,
Y ganó después de algunos años
Dinero suficiente para lo necesario,
Amigos que han sido verdaderos amigos;
"¿Y ahora qué?", cantaba el fantasma de Platón. "¿Y ahora qué?"

Sus sueños más felices se realizaron:
Una casita antigua, mujer, hija e hijo,
Tierras donde crecían ciruelos y repollos,
Poetas y personas de ingenio se agrupaban en su entorno;
"¿Y ahora qué?", cantaba el fantasma de Platón. "¿Y ahora qué?"

"La obra está terminada", pensó ya de anciano,
"De acuerdo con mis planes juveniles;
Y que rabien los necios, yo en nada me desvié,
Algo llevé a la perfección";
Pero aún más fuerte cantó el fantasma: "¿Y ahora qué?".

jueves, 21 de junio de 2018

Hoy es día de San Luis Gonzaga, el marquesito

Estaban una vez él y el príncipe de España en un balcón, sopló el viento fuerte y le botó el sombrero al príncipe. El príncipe levantó su voz al viento y en nombre del rey le ordenó dejar de soplar.

El marquesito le respondió al príncipe que su padre el rey tenía el mando sobre los hombres, pero que sobre los elementos sólo ordenaba Dios. El príncipe molesto fue a hablar con su padre de esto y el rey le dijo que se alegraba de que con Luis su hijo aprendería a tener juicio.

sábado, 14 de abril de 2018

Yo soy el Gran Sol, tomado de un crucifijo normando de 1632

Yo soy el gran sol, pero tú no me ves,
  yo soy tu esposo, pero tú me das la espalda,
yo soy el cautivo, pero tú no me liberas,
  yo soy el capitán pero tú no me obedeces.
Yo soy la verdad, pero tú no me creerás,
  yo soy la ciudad donde tú no te quedarás.
Yo soy tu esposa, tu hijo, pero tú me dejarás,
  yo soy ese Dios a quien tú no rezarás.
Yo soy tu consejero, pero tú no me escucharás,
  yo soy tu amante a quien tú traicionarás.
Yo soy el vencedor, pero tú no me aclamarás,
  yo soy la paloma sagrada a quien tú sacrificarás.
Yo soy tu vida, pero si tu no me nombrarás,
  sella tu alma con lágrimas, y nunca me culpes.


 
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Traducido del inglés, en la página https://allpoetry.com/I-am-the-Great-Sun