Yo entiendo perfectamente el requerimiento del encierro a fin de eliminar el virus. Si este deja de circular, entonces desaparece. Así es.
¿Pero cómo detener el mundo entero, si es un mundo que no sigue ninguna autoridad?
La crisis del mundo no es por abundancia de autoridad ("autoritarismo" les encanta decir a quienes viven en un planeta de etiquetas) sino por falta de ella.
Poder y autoridad no son sinónimos. Escribas y fariseos podían recitar la ley y no hablar con autoridad. (Marcos 1, 22)
La primera autoridad no es política, es espiritual. El poder político es una mera cáscara. Una civilización se sostiene y no decae cuando sigue sus ideales sagrados.
Es un intento de competencia por imponer otros ideales la que los disfraza de seculares.
Los disfraza porque no son fuertes, no son sagrados, son mentiras.
Recuperar la influencia de la autoridad espiritual es un trabajo de aquí a 100 años. ¿Qué queda entonces?
Promover el disfrute del sol, la ventilación y el cuidado de no contagiar.
Levantar la cuarentena.
Coordinar en todo el mundo la cuarentena, a que ocurra al mismo tiempo en todas partes y muera el virus, en esta crisis de autoridad, no va a pasar.
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